APROXIMACIÓN A UNA FIGURA1
por Pablo de Rokha
Hay una belleza que se desgarra
por el sufrimiento, como una tela de seda, herida con un puñal de oro, en la última esperanza...
Es la llave sagrada de su poesía. Allí, el
gemido de su estilo y de su inteligencia, que es el desafío angustioso
de la feminidad, abre su cátedra
de vida fina, en la expresión poética
más deliciosa de América.
Un castigo verbal, sin compás, específicamente
armónico
y brillante, pero con
mucho otoño singular en las arterias, avanza al alma del lector, rodeándolo de dulzura,
dominándolo, avasallándolo.
Es el lamento
central de la persona humana; no es, como en la Mistral, en la Agustini
o en la Ibarbourou, la hembra sellada o ardida, quien implanta
la garganta literaria
entre
los órganos de la generación, clamando, en celo, por un amor animal, frustrado,
quemado
o victorioso, pero siempre de carne, en el cielo, en el suelo o en los negros infiernos, la pasión
sangrienta, atorada en las tinieblas; ni son las jerarquías
arcangélicas del inhibido
Rilke, o el rojo Blake,
sólo en la sombra ardida. Su filiación la ubica en la ceniza
mental,
de los que promueven el cerebro como instinto, y en quienes
enciende la delicadeza y el
pudor esencial de los tímidos,
el gran armonio
lacrado, en el cual el cordaje es el sistema
nervioso, gritando en la criatura. Altura y finura en la figura emocional; todo ello sin énfasis ni beligerancia, todo ello con tremendo padecimiento popular y aristocrático en
la misma órbita,
todo ello con intuición y sangre; sus poemas van hacia aquella
zona roja
de la crisis del ser inteligente, que se sumerge
en el instinto; pero, por decoro substancial, mantiene la forma, como ropa, en el instante total del naufragio, en el que las otras, sollozan, desnudándose; lo que no la inhibe para la ancha canción apasionada, sino que
la regula y la
custodia.
He ahí, entonces, el vértice de su ser femenino y amoroso, en el cual lo rítmico es
el gran protagonista.
"CANTORAL" y "ONIROMANCIA" no
se desbordan, pero
no se controlan;
fluyen del equilibrio sucesivo de la escritura, es decir de la canción
lograda, porque tales libros de himnos no están escritos, están cantados; es la vida, como melodía
infinita y como imagen.
Este acendrado
arte, cuya modulación supina no consulta el régimen del romanticismo
en las palabras, es cardíaco y emocionante, como el más emocionante gótico,
y
es trágico, sin gran escena.
En este ambiente americano de poetisas desbordadas, que inscriben lo femenino
en los registros de lo masculino, implantando un matriarcado literario, por inhibición
de los varones, en virtud del gran potencial animal de la soberbia hembra de letras,
su poesía aterrada y misteriosa, su poesía específicamente, de mujer mujer se mantiene en
la penumbra de la colosal
dignidad pasional heroica. Está en tensión
secreta, trabajando
lo humano y lo social,
adentro. El acento del diario íntimo,
el sollozo maternal de niña
eterna, que recoge su caído imperio
en el hijo, el cual aprieta al pecho y al canto de
cuna, el acorde de la necesidad
expresional, en la que estarán crucificadas las palabras,
penetra su poema. Sin embargo, el pueblo y los pueblos
del mundo están presentes
en
su trayectoria,
no como objetivo calculado, sino como materia
y necesidad y substancia.
La flor del vino y del trigo, bornean su bandera de violencia
sanguínea ahí, gravitando como en los sembrados, la amapola
biológica y su cetro de sueño genital,
pero, el verso
se mantiene en pilares o en cristales
puros, de tal manera estipulado, que la tempestad emocional corre por adentro, como un chorro de
sangre por una gran tubería mágica.
España y Gran Bretaña cruzan las espadas de sol y mar históricos en las bases-sangres
de su espíritu y emerge su definición finísima y su tipo de signo bizantino
y ritual antiguo, distinguido como primitivo italiano y pre-Rafael, más que renacentista.
Los vestigios del catolicismo ancestral, humean, sublimados y aplastados por la dialéctica revolucionaria del marxismo. Porque, en Winétt, el cantar social exhibe su categoría,
antes que en nadie, entre cien mujeres de Latinoamérica, resonando en la U.R.R.S., en
el corazón del proletariado emancipado y soberbiamente heroico, grandioso
y sonoro.
La música
mágica de su lenguaje es antigua y contemporánea, porque está en la historia
del hombre y no en la cronología.
Su originalidad es originalidad, fuerte y grande de origen, única, en la gran corriente dionisíaca, y su vocabulario lo conquistó en sí misma, viviendo.
El ensueño tenaz,
minando su adolescencia, originó aquella hiperestesia tremenda de
sensitiva, de sensible supersensible, que enronquece
como la enamorada guitarra de las
islas en el atardecer paradisíaco. Fue
la muchacha delgada con vocación de heroína. Es, hoy por hoy, la compañera de todos los riesgos de la poética
y la política, en un ámbito
infestado de emboscados y oportunistas asesinos en la misma trinchera.
Y así como la doncellez melancólica le agrandó los ojos obscuros, la maternidad la hizo profunda.
Escritora de nacimiento
y dictamen, su canto es el canto más puro del Hemisferio.
El espíritu
práctico y enigmático de la Albión druida le planteó
en el alma el enorme orden inglés y la Hispania euroafricana, enrollándose en el Peñón de Gibraltar, le colocó
la zarza ardida
de Moisés y la gran Meseta de don Quijote, en la categoría forestal
de la palabra.
Rigurosa y arriesgada en el fenómeno
estético, es absurdo parangonarla a la célebre
poetisa de ocasión y festejamiento, o a la señora, que escribe ardientemente.
El tono del mundo la agita, y el destino trascendental de la clase obrera se identifica con su porvenir familiar
y con sentido de su estilo, tomando
en cuenta que, el sentido
de su estilo, asume el rol propulsor de su dinámica.
Sí, vive mundialmente, y sirve su función clasista. Ni por esnobismo, o por cálculo,
únicamente por acerbo
temperamento
y mandato vital de su arquitectura.
Lacustre y marina, ama la montaña y el Sinaí dramático,
precisamente, porque se intuye
en lo femenino definitivo.
1 Prólogo
a Oniromancia. Santiago: Multitud,
1943, p. 5-8.
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