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OBJETIVO INFINITO
En
líneas rectas y amarillas,
la mesa deja
caer sus cuatro manos;
sobre la superficie, una escobilla piensa
mirando
el cielo con el pelo erizado.
Una
silla, doblado el espinazo,
acaricia
un cojín de terciopelo.
La pantalla
y su sueño de tórtola,
abraza en lenguas
de fuego,
la inmovilidad
de los objetos.
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