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Como quien saca sonidos de un mandolín marchito,
como quien invita a tomar el sol del viento de la primer
mañana
a esas sedas o blondas o pieles de otro tiempo,
así mi corazón quisiera continuar
su sentido de abeja
salvando este puente,
sin olvidar el océano...
Mas ya la tonada y la golondrina y la lectura tradicional del alero,
tienen su ilusión doblada desde que la
ilusión tiene otro nombre.
Substituidos
son hasta los símbolos del horizonte:
Baudelaire, Poe, Byron, bien cayeron
ante las torres
del índice contemporáneo: Lenin, Stalin,
Gorky;
aquellos nos llenaron
deshojadas rosas descoloridas,
hoy,
anhelamos un ámbito para nuestras innumerables almas.
Ser la multitud, el corazón colectivo de las masas
que echan fuego por las ciudades modernas,
ser esas banderas rojas
y esas criaturas temblorosas
y esos puños levantados
como árboles.1
W . D E R .
1 Sin
separaciones estróficas en ambas ediciones:
p. 111 en C y p. 77 en SYD.
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