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RUEDA DE FUEGO SIN LÁGRIMAS
Era
el tiempo inmóvil de la flor del jacinto;
(cuando yo era como las manzanas).
Y tú viniste,
como todas las cosas,
que se encienden en el universo:
las tempestades, las sombras de la vida.
Y sin embargo...
venía tan nueva la composición de caminos de bronce
que andabas edificando.
Mirándote
me conocí, amándote,
oh! amándote encontré el evangelio
de mi alma, ya cansada antes de ser.
Y sigo
inquiriendo, y sigo esperando
arrancar de tu espíritu la razón de mi angustia;
sabiendo que me has dado
todo lo que trajiste de la muerte,
sabiendo
que defines mis pupilas de carbón de piedra,
sabiendo "que moriré llamándote"...
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