XII
Siento un santo respeto
hacia aquellos pesares
que una pura inconsciencia
fue magnánima en darme.
Hoy día, que un desprecio
por todo siento en mi alma
sólo1 mi fe primera
logra ser apreciada.
Esa fe que arrastraron
con
crueldad por el suelo
y que ha dado,
amargándome,
vuelo a mi pensamiento.
Era tan buena ¡tanto!
y así fui incomprendida
acaso hoy que he cambiado
me imploren
de rodillas.
1 Sin tilde, p. 33.
|