XVI
Mi pensamiento es ráfaga
maligna porque arrastra,
aveces1 venenosos
instintos, mas se
atajan,
en las puertas del arca
santa de mis anhelos,
mas deja en reflexiones
amargas su recuerdo,
como una vía láctea
en un cielo sin nubes
que me habla de
otro cielo
de lejanos perfumes...
De esos que percibía
en la clarovidencia2
de mi florida
infancia
en inocente espera,
y que se confundieron
en
un verde miraje
que se perdió en las sombras
de una brumosa tarde.
1 Sic, p. 19.
2 Ídem, p. 42.
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