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¡Y QUEDARON ABIERTOS!...



X

 
Fueron aquellos ojos todo un conjunto de remotas visones que fueron sueños y nada más.1
 
La vida, se hizo algo concentrado en aquellos ojos vagos e indiferentes.
 
Ivette, de la única mujer que puedo responder, la única mujer que siente cuando habla y que cuando habla es porque siente, se sintió subyugada ante aquellos ojos y los amó: los amó como aman los artistas al Ideal, con locura, con desesperación, con dolor de pensamientos, con ansia de beberlos en un beso único que resonara en todos los ámbitos.
 
Y cuando los labios de Ivette cayeron sobre esos ojos, como la tarde avanzaba, se velaron los valles de una capa brumosa y nada más.2
 
Y los ojos aquellos pudieron fijarse aun en los tranvías eléctricos y en los transeúntes3 indiferentes...
 
Los labios de Ivette se plegaron para siempre en una sonrisa helada...al pensar que aquellos ojos que tanto habían4 visto, que aquellos ojos que habían mirado con audacia el fondo de su alma... no habían salido de sus órbitas y seguían5 abiertos, muy abiertos, para el mundo real.
 
Y no tuvo lágrimas ante el desolado cuadro que se presentó a su vista. Sí,6 porque fueron esos ojos, los mismos que ella había besado, los que vio más tarde reflejando una vulgaridad: Una mujercita que tenía la boca roja (acaso de carmín) y que no buscaba ojos sino labios porque prefería ser mirada a mirar.
 
Y esta vez, aquellos ojos, no se cerraron porque al cerrarse no habrían visto nada... y ante aquella mujercita, todo exterior, han seguido abiertos, muy abiertos y la siguen mirando desde tan largo tiempo que parece que éste7 se hubiera dormido profundamente sobre los hechos incomprensibles...
 
 
 
 
1 Sin tilde, p. 85.
2 Ídem, p. 86.
3 Ídem.
4 "babían," p. 86.
5 Sin tilde, p. 86.
6 Ídem.
7 Ídem, p. 87.