MONITA DE PALO
En
el armazón de maderas antiguas,
irradiaba y hacía sombra
con un
vestido de LAS ESTRELLAS BAILANDO;
manejando el sentido del éxtasis con
manos celestes;
así las criaturas del porvenir,
haciendo crecer el trigo en el hueco de sus manos,
frente a las luminarias acostumbradas.
El príncipe inverosímil
con el canastillo de oro y la zapatilla de relámpago,
-"dejadme pasar, señoras, es la hora de la vendimia y del lucero"-
¡entonación de bruma
y de recuerdo!
A ti, hijita, mi pequeña de los ojazos perfumados
-aloe, mirra, sándalo y mariposa-,
MONITA DE PALO
te va a regalar su vestido de esmeraldas
encantadas,
y, a la orilla de los caminos,
podrás mirar hacia atrás la espuma de tu atavío inconmensurable,
el mapa tendido entre
dos abismos,
y una cáscara de nuez, diminuta e inmensa,
como todo aquello que
está adentro.
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