ELEGIA EN EL VIENTO DE JULIO
Cerrad
las ventanas,
es el viento y su cola encendida,
es el viento cóncavo del huracán repleto;
el cristal no lo contiene,
arrasa corolas, andamiajes, cielos, zapatillas de raso,
nudos secretos de inmolación rebelde,
todo rodando,
envuelto, de costillas, despedazado.
Pero tu cara de ídolo en piedra permanece,
los
huesos transitorios de tus manos,
tu pecho donde sólo las mariposas
hacen nido,
tus ojos que al mirar no pudieron
mirarme.
Arrodillada,
imposible,
como un vaso de arroz derramado en el tiempo,
atada a un barco inmóvil
con alas invisibles de un extraño terror.
Nunca
fui yo la cadena y la nube,
acaso, hubiera
roto la raíz del lucero,
estallando la sombra fatal del torrente en camino.
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