CANCIÓN DE TÍTERES
La campanilla iluminó la luz y el milagro salió de entre bastidores;
en la platea se reía
la calva de un cuello de goma;
las plumas de un sombrero se bañaban en las ampolletas, como nidos
de pájaros
/muertos,
y tú, mi niño, cómo hacías entrechocar hilos de plata entre
tus dientes.
Del corazón del firmamento pintado,
una mariposa de campo, controlada por el parpadeo nacional de sus alas,
vino hasta el borde de mis uñas rojas y allí depositó un huevo de sueño.
Aun
el ventrílocuo hacía estallar su hechicería
cuando la sala vacía y desvencijada, en soledad, bañándose,
hacía la
cuenta de su sombra,
como el atardecer, cuando se mira en la pupila perpendicular
de los ríos.
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